viernes, 15 de octubre de 2010

LA ALEGRÍA EN LA DIFICULTAD

Mañana, viernes, aunque nos quedan ya pocas horas del jueves, es día  la Santa de Ávila: Teresa de Jesús.
Quiero destacar de esta mujer intrépida y valerosa su amor a Jesús, al Carmelo, a la Iglesia. Andariega y  muy pegada a la realidad, pero también mística. Supo hacer de la vida presencia de Dios en todas las circunstancias que se le presentaban, no desaprovechaba una y vivía, como ella misma nos dice, sin vivir en ella, esperando la unión con el Amado. Esa espera no le arredraba, al contrario, no paraba de ir de acá para allá fundando conventos, escribiendo libros, defendiéndose de la Inquisición, no olvidando a su hermano Rodrigo al que, cuando andaba por tierras de América, le escribe, en una de sus cartas, esta coplilla a ella atribuida y que invita a la confianza total y absoluta en Dios .
         
"Nada te turbe, 
nada te espante, 
todo se pasa,
Dios no se muda, 

la paciencia todo lo alcanza,
  quien a Dios tiene nada le falta, 

sólo Dios basta. 

¿Qué andaría por el corazón de esta mujer para escribir así, con tanta certeza, de la  fidelidad de Dios? ¿Qué no habría  experimentado en su propia vida para transmitir a su hermano que Dios es quien completa al hombre?
Nacida en Avila un 28 de marzo de 1515 ya supo en su tiempo ver, juzgar y actuar, descubriendo que Dios también anda entre pucheros y que lo importante es servir a los demás y en ellos encontrarle viviendo la pobreza, la sencillez, la austeridad y sobre todo la alegría. ¿No es ella quien decía: "un santo triste es un triste santo"? y aquello otro de: "Esta vida es como una mala noche en una mala posada".

Hoy la santa de Ávila: Teresa de Jesús, es reclamo no sólo para el Carmelo, sino para toda la Iglesia que se plantea nuevas formas de evangelización. Quizá deba aprender de ella ese salir a los caminos, anunciar con vida y palabra, vivir una estrecha unión con el Señor, reformarse y reformar, centrarse en lo principal, defender la verdad que le ha sido dada, la verdad del Amado, y tener por cierto que su morada definitiva no está aquí, no es ésta.

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