jueves, 28 de octubre de 2010

Y LOS DIFUNTOS

Es fiesta que, acorde con el otoño, parece como si  invitara al recuerdo dolido, a la añoranza y en algunos casos a la pena. Entre los cristianos no debe ser así, sobre todo con las fiestas de los Difuntos. Nosotros nos pasamos todo el año recordando y celebrando a Jesús Resucitado en la Eucaristía Dominical y cada vez que se celebra una de ellas en cualquier sitio, aunque no sea domingo. Ese día, el de difuntos, se celebrarán muchas rogando y pidiendo al Señor por nuestros seres queridos y eso nos debe llevar al consuelo y a la paz pues hacemos por ellos, que ya han dado el paso, todo lo que podemos hacer y lo mejor que sabemos hacer y que no es poco: celebrar la Eucaristía, es decir, agregarlos al Misterio de la Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, al Pastor Bueno, al Manso Cordero, al Amigo Entrañable que sabrá aceptarlos y darles lo que tanto anunció con su Palabra y con su Vida: la misma vida de Dios.
Por tanto nada de tristezas que no llevan a nada, nada de pesimismo o añoranzas, al contrario, alegría, paz, esperanza y gozo  porque sabemos que Él es fiel y cumple su Palabra. En la imagen el Sepulcro de Jesús.
¡Felices fiestas!

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