jueves, 9 de agosto de 2012

REFLEXIÓN EN AGOSTO

SUSPIROS DE ESPAÑA
Poco a poco, y como el que no quiere la cosa, el verano se nos está yendo del calendario entre olas de calor que se van sucediendo, fuego provocado en las islas occidentales, la crisis que no afloja ni un punto, los  vascos que quieren tener como modelo de independencia a Kosovo, los catalanes que  no se someten, junto con otras autonomías -como por ejemplo la nuestra-, al plan nacional de austeridad propuesto por el gobierno y exigen más dinerito, y hablan también de independencia.


 El alcalde  de Marinaleda, en Sevilla, de repente, siendo comunista, se convierte en monjita de la caridad, pero con dos pistolas y  no tiene ningún reparo en decir que volverá a repetir; el espionaje de los partidos políticos y la corrupción que sigue llegando a la orilla como tronco de madera que el mar termina por dejar en la playa a vista de todos.
Los sindicatos piden un referéndum y el anuncio de un otoño caliente, porque eso es, por lo visto, la prioridad que se han marcado. Y nosotros, los pobres ciudadanos (nunca mejor dicho eso de pobres) achicharrándonos por dentro y por fuera. Así que vamos a quedar como un auténtico cochafisco. 
Y para colmo hemos tenido un año malo y áspero como támbara verde que uno se lleva a la boca, porque no ha llovido nada: las presas se andan secando de forma galopante; las islas acusan la sequía, palmeras y cañaverales muestran ya sus penachos secos por falta de humedad en la tierra  o en el medio ambiente. 
Sufren las personas, sufren los animales y sufre la naturaleza.
Me dirán que soy muy pesimista. No lo sé. Seguro que sí, pero sólo me he  dedicado a dar una vueltecita por la realidad, sin entrar en el tema de la economía, la prima de riesgo, la bolsa y el ibex; las hipotecas y todo ese mundo, porque es que ahí, como tantos ciudadanos de a pie, me pierdo.
¿Qué hacer? Tener paciencia. A la fuerza ahorcan, no nos queda otra. Confiar en nosotros mismos, en los demás y, sobre todo, los que somos creyentes cristianos en Padre Dios pidiéndole que nos ayude a salir de este atolladero, porque una vez más se cumple aquello de que los males nunca vienen solos. 
 Tenemos que luchar como una familia unida ante una situación de desgracia que eso es lo que nos ha tocado; poner cada cual nuestro granito de arena y tener como muy claro que de esta o salimos todos juntos o no sale nadie. Porque poco a poco a todos nos ira tocando y todos, unos antes y otros después iremos sufriendo las consecuencias de esta situación de disparate que nos está tocando vivir y que de forma insistente llama a nuestra puerta.

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