viernes, 10 de septiembre de 2010

LA ALEGRÍA DE LA CASA


“Ese acoge a los pecadores y come con ellos.”
Es lo que los fariseos y letrados murmuraban, pero no debía ser por lo “bajini” porque llega a oídos de Jesús y Jesús, que no deja escapar una, aprovecha la ocasión para hablarles de la necesidad de dar el cambiazo de vida. Señores -les viene a decir-, hay que empezar de nuevo, porque sino, todo lo que tenemos entre manos se lo lleva el viento. Él lo dice de otra forma, con parábolas o ejemplos, pero viene a decirles esto. Cuando habla del buen pastor o de la mujer y las monedas, está invitando a un cambio de corazón, de actitudes y de sentimientos y también de mirar, ¿por qué no?
Si queremos que haya alegría en el Cielo o sea, si queremos honrar a Dios, glorificarle, (que viene a ser nuestra alegría, nuestra honra, y nuestra gloria, porque todo lo de Dios en nuestro) debemos buscar la oveja perdida y no dejarla por imposible; y lo mismo con la moneda, porque mientras falte una, sólo una, está incompleto el rebaño o la colección que son la niña de los ojos del propietario y su motivo de orgullo y regocijo.
Menuda lección para aquellos y también para nosotros hoy que, con tanta facilidad, somos dados a nadar y guardar la ropa arrogándonos el papel de juececillos vanidosos dictando sentencias antes de tiempo, como si esa fuera nuestra misión, con un tú sí o un tú no.
¡Feliz domingo!

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