sábado, 8 de mayo de 2010

SEXTO DOMINGO DE PASCUA

El texto que hoy se nos ofrece sigue siendo del Evangelio de San Juan con el cual continuamos recordando las palabras del Maestro.
Si en semanas anteriores nos hablaba del Buen Pastor, o nos invitaba a reflexionar sobre el amor llevándonos hasta el Cenáculo, hoy llega a nuestras manos la prolongación de la vivencia de ese amor del que se nos hablaba la semana pasada.
Hay una palabra clave en todo esta reflexión que hace Jesús y es: guardar.
Sí, aunque parezca que no , esa es la palabra clave, creo yo, de todo el texto. Jesús invita a los que le oyen a guardar su palabra. Ese es el signo y la señal de que se está con Él . Mas, ¿a que se refiere Jesús cuando empleaeéste término de guardar su palabra? No tiene nada que ver, creo, con archivar, con meter en lo mas recóndito del armario, o en un baúl, ni con ponerla en una estantería bien protegida, no. Tendrá más relación con ¿hacer memoria de ella?, ¿leerla con frecuencia?, ¿hablarla y proclamarla? ¡Claro que sí!
Pero hay más pues yo creo que tiene algo que ver con el corazón y los sentimientos en los que se despliegan nuestras vivencias y nuestra interioridad. Guardar podría ser aquí, sinónimo de vivir, de hacer vida, de proyectar y planificar la vida desde lo que Él propone asumiendo riesgos y dificultades. Airearla, sin dejar que nos la quiten.
Hay en el texto una alusión al Espíritu Santo el cual se encargará de enseñar y recordarlo todo. Por tanto palabra que no se perderá con el paso de los años en aquellos que quieran guardarla.
Esta palabra guardada y recordada por el Espíritu traerá complicaciones en el devenir de los días, porque no es palabra que, en muchas ocasiones, el mundo quiera oír. Pondrá al hombre ante sí mismo mostrándole su grandeza y su miseria y esto, muchos no lo aceptarán y lucharán contra ella y contra quienes la airean.
No será facil , en ocasiones, guardala viviéndola porque entrará en contradicción con determinadas formas de entender la vida. ¡Vaya que sí! Y por eso termina el texto hablando de la paz que el Maestro otorga a los que guarden su palabra. Pero, ¡ojo!, no va a ser la paz al estilo del mundo que nace de pactos que se respetan, sino la paz que nace de la serenidad que da ese saber que estamos en las manos del Padre, de que caminamos yendo hacia Él.
Por tanto, dice : "Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde", ya que por guardar esa palabra muchos van a perder la vida a ojos de los hombres cuando, en realidad, la están ganando.
Asi, la ida de Jesús hacia el Padre es sendero marcado que nosotros seguimos con el bordón de su palabra y la memoria reanimada por el Espíritu.
¡Feliz Domingo!

No hay comentarios: