sábado, 22 de mayo de 2010

¿POR QUÉ DECIMOS?

En nuestro vocabulario diario, solemos emplear frases que en ocasiones, y de tanto repetirlas, las convertimos en meros refranes, cuando la realidad es bien distinta.
El refrán, es un dicho agudo y sentencioso, la frase por el contrario suele salir de una anécdota o experiencia personal.
Sólo aspiro a que pasen un momento entretenido.

AHÍ LE APRIETA EL ZAPATO ( I )

En esta época que nos ha tocado vivir, no es nada extraño ver como, día sí y día también, hay una pareja en la que, la relación con su cónyuge o pareja, comienza, como los barcos, haciendo agua por todas partes para, al final, terminar hundiéndose. No quiero entrar en el tan manido argumento que enarbolan algunas personas diciendo, “las mujeres hoy en día no aguantan nada”. Cada cual es dueño de sus actos y decisiones, las cuales merecen el respeto de todos los que somos meros espectadores. Lo malo es cuando familiares y amigos, tratando de arreglar lo que ya no tiene arreglo, usan a los niños, si los hay, como punto débil de la pareja como diciendo, “ahí les aprieta el zapato”. Y por ellos buscaran la solución.

También se suele escuchar la concebida frase “pues si parecían tan felices”. Y en efecto, lo parecían, pero sólo ellos sabían lo que se cocinaba en su casa y como siempre la procesión va por dentro.

Esto que les relato, es para ponerles en situación, del origen de la frase, Ahí le aprieta el zapato. Cuando decimos esto tratamos de tocar el punto débil de la persona a la que va dedicada.

La historia comienza con un cuento castellano protagonizado por un cura y un zapatero. Este último le explicaba al cura su intención de separarse de su mujer. El párroco, tratando de arreglar la cosa, ensalzaba las virtudes de la señora a lo que el zapatero, mostrándole sus zapatos, replicó.

“¿Bonitos, eh? Pero sólo yo sé dónde me aprietan”.

Siguiendo esta máxima, nunca debemos inmiscuirnos en la vida de los demás.

Pues cada uno sabe donde le aprieta el zapato.

EL HOMBRE NO PUEDE HACERSE SIN SUFRIMIENTOS, PUES ES A LA VEZ EL MARMOL Y EL ESCULTOR. ( ALEXIS CARREL )

DESAPARECER COMO POR ENSALMO. ( I I )

¿En cuántas ocasiones hemos deseado desaparecer de cualquier lugar? Ya sea por vergüenza, temor o, por qué no decirlo, para no tropezar con esa persona que por cualquier motivo no es de nuestro agrado. En esos momentos desearíamos ser invisibles, etéreos anhelando proseguir nuestro camino sin que nadie nos viera. La única solución que nos queda es cruzar la calle o darnos la vuelta y, de este modo, evitar darnos de bruces con el individuo que no nos agrada. Pero, aunque es lo que deseamos en momentos para nosotros embarazosos, no se emplea la frase correctamente.

Su origen viene de siglos pasados cuando los hoy conocidos como “esteleros”, antes ensalmadores y sanadores, colocaban el hueso dislocado a base de dar tirones, técnica que no ha variado, a la vez que recitaban conjuros, rezos, o salmos bíblicos.

Puesto que el dolor se dispersaba y, no por los rezos precisamente, los afectados creían que los habían hecho DESAPARECER COMO POR ENSALMO.

Saludos. María Sánchez.

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