lunes, 30 de mayo de 2011

Por Higinio Sánches Romero -Sacerdote -

UNA CATEQUESIS MARIANA
se puede estructurar en momentos:


1- MARÍA MUJER DE LA ESCUCHA Y LA OBEDIENCIA.
Como buena israelita es educada en la escucha de la Palabra y en la búsqueda de lo que Dios quiere a través de esa Palabra. Vive en actitud atenta y confiada. Esa escucha le lleva a entender que Dios quiere algo especial en ella, que supone transformar sus planes por los planes del Altísimo. Su respuesta supone una combinación hermosa entre ejercicio de la libertad y plena disponibilidad. Cada uno de los misterios gozosos del rosario son expresión de esa libertad y disponibilidad, que nacen de la escucha abierta al Dios de la Palabra.

2- MARÍA: EVANGELIO VIVIDO.

Jesús es la gran pasión de su vida. Ella sabe que su puesto es educar, acompañar, y permitir la libertad de Jesús. Pero al mismo tiempo aprender de su propio Hijo. Meditar el último misterio de gozo le llevó a entender su puesto cuando llegara la madurez de Jesús. María vive el Evangelio dejando el protagonismo a su Hijo y a los discípulos. Los misterios de la luz y los misterios dolorosos son testimonios de ese puesto nuevo de María. Su presencia es hilo conductor en todos ellos, pero se expresa en las bodas de Caná y en la muerte de Cristo con su saber estar al pie de la Cruz.
En las bodas de Caná entiende el Evangelio como buena noticia que alegra el corazón de los que viven una fiesta mortecina y triste; se convierte entonces en impulsora del Evangelio, haciendo posible que Jesús actúe sin querer protagonismo. En Caná de Galilea creció la fe de los discípulo en Jesús gracias también a la aportación silenciosa de María.
Pero cuando la fe de estos discípulos flaquea, y Jesús se encuentra totalmente solo, se hace presente en el Calvario. Su saber estar en ese momento es prueba de que supo vivir el Evangelio. Y en torno a ella se reúne también el discípulo amado. Ambos, junto a las otras mujeres, son
el germen de la comunidad nueva nacida en la entrega de Cristo.



-MARÍA MODELO Y TIPO DE LA IGLESIA.

El último misterio doloroso nos abre la pista a esta tercera etapa de la vida de María, etapa que no ha terminado, pues pemanece en el interior de la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia. Al aceptar al discípulo como hijo e irse con él, inaugura su nueva tarea y su nuevo sitio. Su tarea: hacer con los nuevos discípulo lo mismo que hizo con Jesús. Su nuevo sitio: estar en el corazón de la Iglesia que impulsada por el Espíritu camina hacia la plenitud prometida. Aparece su figura en el centro de los misterios gloriosos, participando de la plenitud de la Pascua que es Pentecostés. Esto nos hace ver que también fue testigo de Jesús resucitado, e impulsora de la evangelización de todos los pueblos en el nombre de Jesucristo. Así se convierte en modelo de la Iglesia.
Pero además de modelo es tipo de la Iglesia, porque ella vive ya desde su asunción lo que la totalidad de la Iglesia aspira y atesora en esperanza. Su reinado, unido al de Cristo es el reinado de todos los que son de Cristo, llamados a participar en la plenitud de la salvación. Desde el mejor ”lugar” que tiene la Iglesia que es el cielo, anima a los que estamos en este “lugar” de la Iglesia que es el mundo, e intercede por los que están en ese “lugar” de la Iglesia que supone purificación para el encuento definitivo con el Señor.

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