LA
SEGURIDAD SOCIAL SE ENCUENTRA EN LA UCI, GRAVEMENTE ENFERMA, A
CAUSA DE LOS RECORTES QUE VIENE SUFRIENDO.
Aunque
pueda parecer sólo un juego de palabras, la verdad es que ésta es
la triste realidad. Cuando empezaron a recortar gastos el primer
tijeretazo se lo dieron a la seguridad social. Los pacientes de
hospitales y ambulatorios vieron mermadas las prestaciones u
obligaciones que se deben tener para con ellos.
Esto
lo sufrí en propias carnes cuando, por motivos de salud, me vi
obligada a ser ingresada en nuestro hospital insular.
Lo
primero que me dijeron fue que, “la medicación que tomaba en casa,
tenía que llevarla pues allí no me la daban”. Que cambio tan
grande cuando antes no nos dejaban que lleváramos ni una aspirina.
La
segunda sorpresa llegó por la mañana con el desayuno. Era domingo y
cuando apareció la enfermera con la bandeja encuentro un panecillo,
una mini cajita de mantequilla y otra mini de mermelada que, más
parecía una gota de zumo por lo liquida y la poca cantidad, que una
mermelada en toda regla.
Todo
esto venía en una bandeja de cartón, de las usadas en las
pastelerías, un cuchillo de plástico, una servilleta y un poco de
agua negra y blanca que llamaban, (café con leche).
De
cómo nos va con la seguridad social dan fe los calvarios por los que
han pasado las diferentes personas que me han puesto al tanto de sus
cuitas con este servicio al que todos tenemos derecho y donde éstos
se nos niegan sistemáticamente.
Me
comenta una muchacha joven, que tiene que ser sometida a una
operación en los ojos a causa de una malformación que padece desde
niña. Por motivos que serían muy largos de contar, tenía que
esperar a tener dieciocho años para que esa operación resultara
efectiva.
Llegada
a la edad adulta comienza su periplo por los diferentes médicos y
especialistas que esto conlleva. Al fin le confirman que la operaran
y que está en la lista de espera.
De
eso pasó dos largos años, hasta que al fin le avisan para que
ingrese al día siguiente. Pero, cual será sorpresa que pasadas dos
horas, le comunican que se anula su ingreso por no haber camas
disponibles.
Como
podrán suponer la desesperación y el pesimismo se adueñan de una
joven que, ahora, tendrá que esperar, sabe Dios cuánto, hasta que
vuelvan a llamarla de nuevo.
El
siguiente caso es el de una señora que sintiéndose mal acude a su
médico de cabecera, primer paso del vía crucis, por el que tendrá
que pasar a partir de ahora.
Comienzan
por realizar una serie de analíticas que van descartando los
posibles males que la aquejan.
Después
de varias pruebas su doctora la aconseja ir a un cardiólogo. Hasta
aquí, todo bien, la sorpresa llega cuando la susodicha doctora añade
“pero no valla usted al del seguro, mejor que la vea uno
particular” La señora se queda a cuadros ante semejantes palabras.
Pero, no termina aquí su disgusto, por el contrario, si el mal que
inquieta a la pobre señora es realmente del corazón, se habría
quedado patidifusa cuando le comunican que la visita al cardiólogo
le puede costar 110 €
Es
otra señora la que me informa de su problema con las listas de
espera que padecemos los españolitos de apie. La señora en cuestión
debe pasar una revisión cada dos años por un problema que padece en
el colón. La exploración consiste en una colonos- copia para ello
debe ser previamente anestesiada, no sedada, razón por la cual se
retrasa más de lo que debiera pues aluden que sólo hay un
anestesista que trabaja en esa sala una vez por semana. Han pasado
tres años y por fin le dan cita para el 28 de Enero. Me comenta que
está cruzando los dedos no valla a ser que la llamen para anular la
vendita prueba.
Estos
son sólo algunos ejemplos de lo que estamos aguantando los nunca
mejor llamados (pacientes de la seguridad social).
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