jueves, 30 de diciembre de 2010

SANTA MARIA MADRE DE DIOS

El nuevo año ya está asomando sus orejitas desde los días que nos quedan en el calendario y nos preparamos para recibirle con esperanza. Un buen toque de espectativa y algo de alegría, sabiendo que va a ser un  año en donde el esfuerzo y la renuncia nos apremien; que los derroteros del mundo, en muchos aspectos, no van a seguir siendo los adecuados y la personas, sobre todo los que tienen menos posibilidades, los más pobres, seguirán atosigados por las estrecheces. Lo malo es que  no se ve salida pronta, sino que parece va a durar lo suyo.
Los creyentes el primer día de este año celebramos a alguien muy especial  que nos acompaña en nuestro caminar, que sabe mucho de apuros y estrecheces, me refiero a María, la Madre de Jesús -también nuestra madre-  hecho hombre en sus entrañas para nuestra salvación. Celebramos a SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS.
Con mucho cariño y esperanza la invocamos como Madre de Dios y le pedimos: "ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte", porque andamos necesitados de esperanza, de ilusión, de ganas de trabajar, de luz que nos ilumine, de palabra que nos aliente, de calor de hogar, de solidaridad, de amistad de la buena.
Ya sé que esto puede sonar a escapada hacia adelante, a reflexión piadosa. ¿Creemos o no creemos? Si creemos  vamos a invocarla, a pedirle, como Madre nuestra que también es, en este primer día del año; que nos ayude, que nos refuerce en la esperanza. Vamos a pedirle que nos dé ánimos para trabajar y  paciencia para soportar las adversidades que nos puedan llegar, que llegarán; que nos dé ojos nuevos para mirar el mundo, que no  miremos para otro lado ante los problemas, que sepamos tender la mano cuando alguien lo necesite, que nos proteja y nos sostenga en la fe y sobre todo, que no nos falte el amor porque si el amor nos falta, la palabra y los gestos quedan huecos y perdemos la mirada:
¡SANTA MARÍA, MADRE DIOS, RUEGA POR NOSOTROS!
De todo corazón: ¡FELIZ AÑO NUEVO!

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