lunes, 27 de diciembre de 2010

LOS SANTOS INOCENTES

PERDER LA INOCENCIA

Mañana martes es día veintiocho de diciembre y celebramos los Santos Inocentes, aquellos que mandó matar Herodes, el mal rey, porque pensaba que podría eliminar de esa manera al Niño Jesús, pero se equivocó ya que de la misma manera que Dios se sirvió de él para que los Magos pudieran encontrar el pesebre, también supo encontrar la forma para que la decisión perversa no alcanzara su objetivo. Resultado: mantenerse en el poder -cualquiera que sea-  por la sola fuerza, lo único que alcanza es hacer sufrir a los demás.
Estamos inclinados a  colocar la inocencia  solo en los niños y es verdad que son inocentes ¿Pero, esta cualidad  o virtud es solo patrimonio de los niños o de la ignorancia? ¿No será también algo que los adultos -los listos, los cultos, los que sabemos mucho- debemos conquistar cada día? Hablamos de inocencia en los adultos cuando a juicios o delitos nos referimos, y es adecuado. Pero husmeo que hay otra inocencia que no tiene que ver con la culpa o la pena social y que si tiene  tiene  mucho que ver con  la sencillez y la bondad, la  paciencia y la ternura, la acogida y la humildad. Ya, ya sé que todo esto puede sonar  a rancio o trasnochado pero no por ello deja de tener su  importancia y valor. Y me da a mí que transitamos poco por esos caminos, quizá por eso nos resulta raro hablar de ello.
Habrán averiguado que yo soy de los que piensan que la inocencia nunca se pierde, sí se olvida o se arrincona, pero perderse, creo que no.

No hay comentarios: