domingo, 12 de diciembre de 2010

SANTA LUCIA, PATRONA DE LOS INVIDENTES

El próximo lunes es la fiesta de Santa Lucía. Siempre que  llega el trece de Diciembre me  viene a la mente lo de: "Santa Lucia canta Pascuas en trece días, merman las noches y crecen los días". Oído en casa desde que era pequeñajo forma parte de esas cosas que no se olvidan  porque uno las ha incorporado a la propia vida; es la misma vida la que con el devenir de los días, las va recordando.
Sabemos que  Lucía era natural de Siracusa en la isla de Sicilia; nació el año 283 de nuestra era; sufrió el martirio en el 310 en la ciudad que la vio nacer cuando tenia 27 años. La veneran no sólo la Iglesia Católica, sino también la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Luterana Escandinava.
 Su historia  es una historia de amor, me explico: Hija de padres pudientes recibe una educación esmerada, al morir su padre, su madre la compromete con un patricio romano, - Lucia ya era cristiana y se había consagrado al Señor - . Las necesidades del hogar y la situación a la que se ve sometida la familia hacen que Lucia acceda a la propuesta de matrimonio. No contenta con ello acude al sepulcro de Santa Agueda a rezar por la salud de su madre la cual sana y Lucia le pide rompa el compromiso que había contraído de casarla con un rico patricio,su madre accede. Este por despecho la denuncia y así se ve Lucia en los tribunales. Sufre el martirio, le decapitan por no querer abandonar la fe Cristiana, pues se había consagrado totalmente al Señor.
Sin embargo, Santa Lucia es patrona de los invidentes y la razón está en que en la Edad Media se extiende una leyenda que dice que cuando estaba en los tribunales mandaron sacarle los ojos pero a pesar de ello, siguió viendo. Esto tuvo tanta fuerza es ese momento que es lo que lleva a que sea patrona de la vista. Se le suele representar con un plato en las manos donde hay unos ojos; una espada, instrumento del martirio, o una palma, que nos dice que fue martir, la palma del martirio.
No se si es casual o no que  recordemos a esta hermana nuestra en pleno Adviento; su nombre ya indica  luz, claridad.  Su onomástica nos invita a dejar que nuestro interior sea  iluminado por la luz que no se apaga: Cristo. A fin de cuentas Adviento es  una invitación a dejar que nuestra noche sea iluminada desde Belén.
Que santa Lucia  conserve la luz de nuestros ojos, los del cuerpo y los del alma, para poder ver a quien seguimos en los caminos de cada día.

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