viernes, 27 de agosto de 2010

PASÓ HACIENDO EL BIEN

Es lo que Pedro decía de Jesús y es lo que hoy  nosotros podemos decir de Teresa de Calcuta.
Esa mujer diminuta, muy arrugada, nada elegante, vestida con un sari indio,calzada con sandalias y con una mirada penetrante y dulce, muy dulce. Su porte era de mujer pobre y confiada, pero tenaz, porque no sólo transmitía eso, sensación de docilidad y escucha, sino que también se vislumbraba una fuerza interior que dejaba a uno con la boca abierta.
Sí, era capaz de hacernos descubrir, aun viéndola en la tele, que en ella, tan poca cosa, habitaba alguien inmenso: Dios la habitaba.
Con su pobreza y su cruz prendida al hombro, para no hacer pupa a los enfermos o a los niños cuando los abrazaba, superó todos los exámenes que la sociedad vanidosa e incrédula le hizo (Iglesia, ONU, Gobierno Indio y tantos otros). Y siguió y siguió haciendo el bien, todo el bien que pudo. Y no se cansó y no tiró la toalla y nunca abandonó a aquellos a quienes Jesús le encomendó en un  pobre moribundo de una estación de tren en la India. Pasó haciendo el bien. ¡Gracias Madre Teresa!

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