domingo, 27 de mayo de 2012

MUJERES INVENTORAS.

MARJORIE STEWART JOYNER (1896-?)
Y LA MÁQUINA PARA HACER PERMANENTES
Por María Sánchez.
Esto del calor además de molesto nos crea una amnesia, temporal transitoria, contra la que tenemos que luchar a brazo partido.
Mi voluntad por escribir el artículo de esta semana luchaba con mis neuronas, las cuales parecen estar en total letargo, ya que por mucho que las estrujaba nada nuevo acudía a ellas.
Marjorie Stewart Joyner
Pero, de pronto, las musas me recordaron que el pasado sábado acudí a la primera comunión del niño de una amiga. Una cosa trae a la otra y me vino al pensamiento los cambios, en cuanto a lo que se usaba en mi juventud, y a lo que vemos hoy día.
Donde se han experimentado más cambios es en la ropa y peinado de las niñas. Aunque aún hoy continúan llevando sus trajes largos, no se parecen aquellos que les  toco a las de mi generación que llevábamos dos o tres zagalejos bien almidonados para ocultar la extrema delgadez que padecíamos la mayoría.
  Otro de los cambios que se han efectuado radica en el peinado. A  la mayoría de las niñas les gusta llevar su melena suelta o recogida en un elegante moño. Nosotros tuvimos que pasar por la tortura de la permanente en especial aquellas que su pelo era completamente lacio.
   Cuando era casi una niña llegó a mi casa una máquina para hacer permanente que, con gran maestría, manejaba mi prima. No había señora que se preciara, que no se hiciera la permanente, sobre todo cuando acudían a un acontecimiento importante.
La moda llegó, como digo, hasta las niñas a las que se les rizaba el pelo sobre todo cuando llegaba el momento de hacer la primera comunión. Recuerdo que se les rizaba la “moña” o fleco. El resto del pelo, la melena, se llenaba de bucles o tirabuzones, estilo Shirley  Temple actriz- niña muy famosa por aquellos años.
  Mi trabajo como ayudante de peluquería consistía en pasarle a mi prima los bigudís donde iba enrollando cada pequeña mata de pelo que  previamente mojaba en un líquido, de muy mal olor por cierto, que, junto con las pinzas previamente calentadas en la máquina,  hacían el milagro del rizado o permanente.
  Las señoras que más recurrían al duradero rizado eran aquellas a las que la madre naturaleza les dio un pelo lacio, débil y más bien escaso. Cuando este pelo tan mal engraciado se tornaba ensortijado merced al calor y  la química a las sufridoras de tal mal les cambiaba la cara, (en todos los sentidos).
  Guardo aun en mi memoria la imagen de aquellas clientas que llegaban al salón con tres pelitos que parecían plantados a palillo.
Cuando ya se veían rizadas y el pelo brillante, a causa de la brillantina que mi prima les ponía como para rematar la faena, se miraba y remiraban al espejo como quien contempla un milagro caído del cielo.
  Como siempre, detrás de un invento tiene que estar un inventor, en este caso, inventora.
Sepamos quien fue y desde cuando se goza del milagro de la permanente.
Como digo en el encabezado su nombre era MARJORIE STEWART JOYNER. Era afro-americana nacida en Virginia (Estados Unidos) en 1896. En 1912 se mudó a Chicago donde estudió cosmetología. En el año 1926 comenzó a buscar una manera más fácil para que las mujeres se arreglasen el cabello inspirándose para ello en unos pernos (pieza metálica parecida al tornillo) con las que aceleraba la cocción de la carne.
Experimentó con ellos y pronto diseño un máquina que se podía usar para rizar y desrizar el pelo.
Se hizo popular entre las mujeres blancas ya que con este método el rizado era más duradero.
  El invento fue patentado en 1928 siendo la primera mujer afro-americana en obtener una patente, aunque nunca llegó a beneficiarse directamente de ella, pues las mujeres en esa época no podían ser reconocidas como inventoras. 

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