Llegó Mayo y, aunque el agua le ha faltado
él me llena de alegría, de luz y
colores
regalándome las flores
con las que adornaré la cruz.
La formaré con dos ramas
de un frondoso naranjero
que tengo en el huerto plantado.
El centro lo llenaré con muchos claveles blancos que simbolizan el paño donde quedó marcado
el rostro del salvador.
Para recordar su sangre cogeré del traspatio
las más bellas flores de un geranio encarnado.
Y,
recordando la perseverancia y el amor
que hacia Él profeso
con ramas
verdes y frescas
de una hiedra que a la pared se agarra
terminaré de
engalanar la cruz que adornará mi ventana.
María Sánchez.
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