sábado, 12 de mayo de 2012

DOMINGO VI DE PASCUA .CICLO B.

 UN DISCURSO DE ALTURA.
 Seguimos leyendo en esta semana el capítulo quince del evangelio de San Juan, justamente donde le dejamos la semana pasada y seguimos oyendo el
 deseo de Jesús invitándonos a permanecer en El.
 A medida que va avanzando, va añadiendo cosas nueva. Por ejemplo, en  este tramo nos encontramos el fundamento de la alegría que  ha de habitar en el corazón de los que le escuchan y permanecen en El. El fundamento de su amistad que radica en hacer lo que el nos manda ( comprometiendo nuestra libertad concientemente. No somos obligados a ello) que no es otra cosa mas que amarnos como El nos ama, estando dispuestos a dar la vida. 
El llamarnos amigos porque ya sabemos y conocemos los secreto de su corazón que alientan toda su vida. Y,  algo muy especial y que nos puede resultar chocante porque parece que anula nuestra decisión, pero que en el fondo es verdad: " No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido
 La razón y el objetivo de esta elección es para que  demos fruto y fruto duradero. Desde esa óptica lo que se pida al Padre en su nombre y esto es muy importante, su nombre, lo concederá. El texto  concluye con el mandato del Amor entre nosotros, un amor cuyo eje central está en el mismo misterio de comunión entre Jesús y el Padre que es como ha empezado el texto de hoy: " Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor".
Bueno, pues ¿qué decir ante todo esto? Yo creo que lo primero que debe brotar de nuestro corazón es la acción de gracias porque Jesús, con un pedagogía  exquisita, nos va introduciendo en la mima vida de Dios partiendo de su experiencia personal como hombre, que también lo es.
 Si nos fijamos nos damos cuenta de que habla sabiendo lo que dice, ( de ahí su autoridad) porque lo vive. Es ahí donde está la fuerza de su discurso, de su palabra y es por ahí por donde  hemos de andar nosotros: No podemos hablar de Dios si no lo conocemos, no podemos vivir en una alegría, que no es  ordinariamente como la conoce el mundo, si nos faltan motivos reales y contundentes para ello. No podemos permanecer en en la amistad cuando no somos capaces de pararnos escuchar o expresar sentimientos. No podemos  ser sembradores por nuestra cuenta, porque si lo hacemos así, sin tener muy presente que  hemos sido elegidos para una misión concreta, haremos muchas cosas, pero no lo que El  quiere y como quiere que hagamos.
 El éxito o el fracaso de la misión depende de que nosotros sepamos permanecer en El en todo momento, pase lo que pase.
Para concluir  y resumiendo: como el Padre ama al Hijo, el Hijo nos ama a nosotros y así hemos de amarnos entre nosotros. 
Misterio del amor de Dios que se derrama en la vida desde la pura gratuidad.
 FELIZ DÍA DEL SEÑOR.
 

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