sábado, 29 de octubre de 2011

LA PALABRA DEL DOMINGO. XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

¿HACEMOS LO QUE DECIMOS ?
 UNA CUESTIÓN DE FIDELIDAD.
 Entramos esta semana en el domingo XXXI del tiempo ordinario  y el texto del evangelio, que sigue siendo de San Mateo, nos  hace una propuesta bien clara sacada de la realidad que observa Jesús en los  Fariseos y que puede ser contagiosa para aquellos a quienes El a designado y que un día tomaran las riendas del anuncio del Reino de Dios.
Nada de hipocresías, nada de  creerse mejores que los demás, nada de una doble vida, se nos dice. Se trata de fidelidad, sinceridad de vida y sencillez. Es una forma de hacerles caer en la cuenta de que  aunque estén  destinados a anunciar la salvación, ellos, los discípulos, y también nosotros hoy, podemos caer en ese pecado  de pura soberbia y por eso somos invitados a aprender la lección. No somos salvadores de nada ni de nadie. El único que salva es el Señor. Los títulos sobran y, a veces, por no decir siempre, estorban. Sobran las vanidades y el mirar por encima del hombro al otro. No se trata de aparentar y presumir, sino de  ser conscientes de que  todos necesitamos esa salvación y de que en la medida que cumplamos con nuestra misión esta ira  haciéndose realidad en el corazón del hombre y en el mundo. La Iglesia ha caído en todos estos pecados, no hace falta decirlo, pero también  hay que decir que ha sabido darse cuenta y con arrepentimiento y buscando, aunque no siempre ha sabido hacerlo con acierto, acomodarse,  intentar  en la medida de todas sus posibilidades, ser fiel a la palabra de su Señor. Esto es una realidad que nos  debe lleva a ser conscientes de que somos pecadores y de que aún siendolos, el Espíritu no deja de  realizar la  salvación con  su presencia en medio de nosotros.

"No os dejéis llamar maestro".   "Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra".   "No os dejéis llamar jefes".
"El primero entre vosotros será vuestro servidor".

 Y añado yo haciendo mía otra de las frases de Jesús : " El que tenga oídos para oír que oiga".

Feliz día del Señor

 

2 comentarios:

victor2772 dijo...

Si hasta el Señor Jesús dice que no le llamemos maestro cómo pretendo yo serlo.Esa es la vanidad de la que presumimos , a saber, que mediante la una opinión o una postura que queremos defender nos situamos por encima de los demás. Jesus hace protagonista al Padre no porque este lo necesite sino porque lo ama y lo es.Imitemos a Jesús en su humildad de no querer llamarse maestro ni bueno invitandonos que quien importa es el Padre que es uno con El. Y no nos hagamos autopropaganda para sentirnos mejores sino tendamos siempre por señalarlo a El.Que Dios haga que no me tenga muy en cuenta a mi mismo.

victor2772 dijo...

Si hasta el Señor Jesús dice que no le llamemos maestro cómo pretendo yo serlo.Esa es la vanidad de la que presumimos , a saber, que mediante la una opinión o una postura que queremos defender nos situamos por encima de los demás. Jesus hace protagonista al Padre no porque este lo necesite sino porque lo ama y lo es.Imitemos a Jesús en su humildad de no querer llamarse maestro ni bueno invitandonos que quien importa es el Padre que es uno con El. Y no nos hagamos autopropaganda para sentirnos mejores sino tendamos siempre por señalarlo a El.Que Dios haga que no me tenga muy en cuenta a mi mismo.