viernes, 14 de octubre de 2011

TODOS SALIMOS DE VACACIONES.


Por María Sánchez.
  Hace un tiempo bastante largo ya, que tengo un “run run” en mi cabeza haciéndome el mismo daño que una cena sin digerir.
Año tras año, llegada la época de las vacaciones, o cuando se presenta un puente se habla de las personas que salen a disfrutar de unas y otro.
Hasta aquí todo me queda claro y puedo entenderlo perfectamente. Mi desconcierto llega cuando en; prensa, radio y televisión, se habla sólo de las personas que abandonan la oficina o el despacho. Éstos, se dice, dejan sus mesas vacías, se apagan los ordenadores y se deja de oír el repiqueteo del teclado.
Los profesores abandonan las aulas, en las ventanillas de los bancos y, centros institucionales, se coloca el cartel de “cerrado”. Por la misma regla de tres hay médicos que, aprovechando el puente, dejan un sustituto o un- “venga la próxima semana porque el médico se ha ido a un congreso”.
A todas éstas se estará usted preguntando cual es el motivo de mis males y desconciertos. Vamos al grano y por partes. Si las vacaciones son un derecho de todo trabajador, sin que se excluya a ninguno, independientemente del trabajo que realicen, me pregunto ¿Por qué se citan solamente a los que trabajan en oficinas? También disfrutan de sus vacaciones los panaderos, los señores que recogen la basura, el albañil, la señora de la limpieza, y así un largo e interminable etcétera.
Cuando llega el momento del regreso ocurre lo mismo pero a la inversa. Es cuando nos comunican que el de la oficina vuelve, y se estresa, por encontrar su mesa llena de papeles, la de la ventanilla se encara de nuevo con los sufridos conciudadanos que aguardan en la interminable cola, los maestros regresan para “bregar” con nuevos alumnos y el médico ha regresado de aquel “importante congreso” que lo mantuvo alejado de sus pacientes durante los cuatro días que duró el puente.
Con esta actitud me dan a entender que todos los que salieron de vacaciones son señoras y señores de maletín en mano, cuello y corbata. No sé si lo mío es una paranoia o tengo razón cundo digo que “Ya va siendo hora de que los medios de comunicación incluyan en esta lista a los que, tal vez no sepan hacer una O con un canuto, pero son tan dignos y respetables como el que más”. Que no los ignoren en sus listas de veraneantes, ya que ellos también han podido disfrutar de unas merecidas vacaciones en la playa, el campo, hotel o apartamento como todo hijo de vecino.
Que sepan que estás personas padecen, como los anteriores, el cansancio de un año de duro trabajo. Que cuando regresan, como los anteriores, sufren de igual manera, el síndrome “pos-vacacional. También a ellos les cuesta adaptarse de nuevo a sus puestos de trabajo. Sepan, igualmente, que tienen que hacer malabarismos para encontrar quien cuide de sus hijos que aún están en vacaciones. Muchos de ellos no cobran un sueldo que les permita pagar una guardería y, como la mayoría tienen que acudir a las abuelas.
¡Benditas abuelas! Que primero criaron a sus hijos y ahora cuidan de sus nietos.


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