sábado, 1 de octubre de 2011

Por María Sanchez


¿POR QUÉ DECIMOS?
ANDAR A LA GREÑA
 Lo de “andar a la greña” se le suele atribuir más a las mujeres que a los hombres. Tal vez porque éstos son más de, puño cerrado y directo a la cara, las mujeres en cambio por llevar el pelo más largo y carecer de menor fuerza física  lo tiene más fácil tirando de ellos a su contrincante.
 Sin embargo podemos decir que hoy los hombres también se tiran de los pelos, si bien de manera verbal, cuando discuten acaloradamente lo mismo de fútbol que de política. Todos conocemos las “encarnizadas” peleas a las que se enfrentan dos o más seguidores del balón-pie; pero cuando la cosa ya se sale de madres es cuando por el corro se deja caer el “forofo” de un equipo contrario.
 En ese momento es mejor ponerse a buen recaudo si no quiere usted, sin comerlo ni beberlo, verse envuelto en una discusión entre los defensores de los equipos en cuestión.
Pero, no es sólo de  fútbol por lo que discuten los hombres, otro de los temas que los llevan a discusiones desaforadas es la política.
 Aquí el que más con el que menos se “anda a la  greña” sin importarle que unas cámaras de televisión le esté grabando o un micrófono de radio se encuentre a dos centímetros de su boca.
 El, tú me dices yo te digo, es el pan nuestro en cualquier medio de comunicación en los que se enfrentan los; políticos, entrenadores de fútbol, o los mismos futbolistas.
Pero, los que se llevan la palma en andar a la  greña, en ocasiones incluso de manera real, son las llamadas “gente del famoseo”.
 Son un tipo de personas que ven en estos programas una manera de  ganar  dinero fácil. Primero se van a cualquier reality para una vez finalizado ir de plató en plató  contando sus vergüenzas y desvergüenzas, en cualquier cadena de televisión, donde unas  más que otras son especialistas en el tema.
 Delante de un público vehemente y fascinado lavan  los trapos sucios de los que por un tiempo fueron sus compañeros, los mismos con los que pasaron semanas de dura convivencia,  con los que compartieron risas y llantos y al que el primer día querían con toda el alma y al siguiente le clavaban la puñalada trapera.
 Los protagonistas de este circo han visto que en esta pista cabe todo y cuanto más crítico más cobro, cuanto más chillo más famosa y cuanto más ordinaria/o más sube mi cachet. Entre estos personajes circenses está el calvo. La falta de pelo la suple con una lengua viperina que cuando la suelta, como melena al viento, no deja títere con cabeza. Claro a éste por mucho que se desee no se le puede tirar de las greñas.
 Las greñas, como todos sabemos, son matas de cabello  revueltos, sin peinar. Echa esta aclaración decimos que dos personas “andan a la greña” cuando en una discusión los ánimos se van caldeando; de las palabras se pasan a los hechos y, sobre todo las mujeres, se tiraban a las greñas de sus contrincantes.
 Era usual en los tiempos en el que se lavaba en las acequias como las vecinas se peleaban por la piedra de lavar y por un quítame allá una laja, “amañaita”, se tiraban de los pelos o lo que es lo mismo “se andaban a la greña”.

1 comentario:

victor2772 dijo...

Muy buen artículo. Eso es reflejo de lo que pasa en la sociedad del bienestar del alejamiento de Dios.Si eso ocurre, a saber, discutir en la tele es porque eso gusta. ¡Que lejos esta eso del amor al prójimo! Seguimos haciendo lo mismo que nos enseñaron cuando eramos pequeños y esto es a ser los mejores no importa en que.Todos queremos tener razón queremos ser más inteligentes que los demás.Eso esconde una inmadures tal que da risa y pena. Sobre todo por el motivo de discusión que es quien metió más balones en la puerta ajena y demás tonterias infantiles. El dialogo amistoso ¿donde se ha quedado?. El que une no el que separa. ¿Es que somos tan sabios que no podemos aprender de los demás? Sed prontos a escuchar y lentos para hablar dice la Biblia. Y quien grita más fuerte y es más vulgar es la que más dinero gana, se premia la intolerancia y la vulgaridad. Pero que se esconde detrás de querer tener la razón sino infantilismo tal que demuestra el grado de inmadures que tenemos.