sábado, 24 de septiembre de 2011

LA PALABRA DEL DOMINGO

LOS PRIMEROS Y LOS ÚLTIMOS
En el Evangelio de esta semana Jesús les habla  a  los sumos sacerdotes  y los ancianos del pueblo. Ellos también  reciben la invitación de convertirse y cambiar.

 Jesús con una parábola sencilla y corta les  advierte de  que  no es cuestión solamente de estar en el asunto de Dios, sino de  responder con fidelidad a su llamada con vida y acciones. No se trata de decir "si" y ya esta, se trata de llevar ese si a las ultimas consecuencias.  Es la gran oportunidad que se les ofrece, oportunidad cargada también de denuncia. Se pueden llevar un chasco de padre y señor mio al  descubrir que en el de Reino de Dios los publicanos y las prostitutas les pueden llevar la delantera, vamos, que los últimos pueden ser los primeros, los últimos para la sociedad, claro, no para Dios.
Además que no debió  gustarles nada el que introdujera en su sentencia a esta gente, que les pusiera en igualdad con ellos.
 Valiente y decidido,  Jesús lo tiene claro, sabe a quien le habla  y a qué les invita, a la vez que les recuerda cual es su misión como sumos sacerdotes y ancianos del pueblo que son. Hay una forma muy sutil de decirles que no están cumpliendo con la misión que han de cumplir en nombre de Dios. Hemos de sacar nuestra consecuencia pues  eso fue para aquella gente y en aquel momento, pero lo es también para nosotros hoy y en nuestro momento. Nunca pensemos que  tenemos a Dios en el bolsillo, ni mucho menos, que tenemos mas derechos que los demás con respecto a la salvación porque nos podemos llevar grandes sorpresas. La  lógica del Amor del Padre es así.

Feliz Día del Señor

1 comentario:

victor2772 dijo...

Ya lo dice en Concilio Vaticano II, fuera de la iglesia hay salvación, o mejor dicho puede haberla. Jesús vino a llamar a los pecadores no a los "justos". Todos somos pecadores lo que hace falta es convertirse desde el corazón. Al que mucho se le perdona más motivo tiene para dar gracias.El que se cree "santo" va por detrás de los pecadores arrepentidos en el Reino de los Cielos porque se creen sin necesidad de "cura". El Señor humilla a los soberbios y enaltece a los humildes. Ser humilde no es tener una autoestima baja ´es estar conectados a la realidad y eso es estar más cerca de Dios y de su Reino. Donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia. El Señor prefiere más la autenticidad del pecador arrepentido que la hipocresia del "santo" que cree no necesitar del perdón de Dios.