Hoy, como todos los meses, he tenido la catequesis correspondiente con las madres de los niños de tercero.
Tocaba el tema de la Eucaristía pero, mira por donde, yo que lo había preparado a conciencia, me salio el tiro por la culata pues fue de lo menos de lo que se hablo (de su importancia; de la necesidad de tomar conciencia: de que es vital para la vida del cristiano; de como nos acercamos a comulgar; etc,etc.).
Pues no señor, hoy se habló de la crisis y de lo mal que lo está pasando la gente; de como no llega para pagar hipoteca, luz y agua y hay que hacer verdaderos equilibrios. De como hay mucha gente nerviosa con esta situación. Se habló de lo que ha pasado en Egipto y en otros países. Total que de la misa nada. Bueno, nada no, que estuvimos hablando todo el tiempo de compartir, de sostener a los que lo están pasando mal, de buscar forma para ayudar a los otros, de no dejar que se apague la velita de la esperanza. Estuvimos, en una palabra, hablando de la EUCARISTÍA pero no como yo lo había preparado, sino como el Espíritu dispuso. Menuda lección, pensé para mis adentros, cuando las madres ya se habían marchado.
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