lunes, 21 de febrero de 2011

LOS VEINTE EUROS DE PINITO Por María Sánchez

Al regresar  a su casa, después de haber comprado, hizo lo que normalmente hacemos todas las mujeres, cambiarnos de ropa y meternos en la cocina. Pasados unos días se disponía de nuevo a salir de compras cuando notó que le faltaban veinte €uros.
Inmediatamente pensó “seguro que se me cayeron al sacar las llaves del portal”. Ni corta ni perezosa pensó hacer un cartel y colocarlo en la puerta del ascensor. Así lo hizo y esto es lo que escribió.
SOY PINITO, LA DEL CUARTO, HACE UNOS DÍAS AL REGRESAR A MI CASA SE ME CALLÓ, AL ENTRAR AL PORTAL, UN BILLETE DE VEINTE €UROS. RUEGO, A LA PERSONA QUE LO HALLA ENCONTRADO, TENGA LA AMABILIDAD DE DEVOLVÉRMELOS. GRACIAS.
Como pueden ver no  titubea,  ella está segura de que se le calló al entrar al portal, pero, no fue suficiente con esto, comenzó a dudar de todos y cada uno de sus vecinos.
Y encabezó, sus acusaciones  como no podía ser menos por los del primero. Se decía “Fueron los del primero que tienen muchos niños y el sueldo no les llega”.
Más tarde pensaba “No, seguro que lo cogieron los chicos jóvenes, que son muy raros y la juventud no es honrada”
Al poco cambiaba de opinión y culpaba a una pareja de mediana edad y en la que  sólo trabajaba la mujer.
Pinito continúo pensando, día y noche, que uno de sus vecinos había sido el que le “robo” su dinero.
Así hasta que, cuando menos lo espera  le tocan a la puerta, abre y se encuentra al vecino del primero que le dice “Pinito le traigo los veinte €uros me los encontré en el portal” Ella los coge y se calla, pues para sus adentros se decía “Ya sabia yo quien los había cogido”.
Por  la tarde llega a su casa  uno de aquellos jóvenes raros y que, según ella,  no eran honrados y le pone en la mano uno de los  ya citados billetes. Su actitud fue la misma que con el vecino anterior, cogió el billete, se calló y continúo pensando que no se fiaba de la juventud.
Todos pasaron y todos le dejaron veinte €uros, incluido aquel matrimonio que sólo tenía un sueldo.
Continuaron pasando los días hasta que llegó el momento en el que Pinito, necesitó ir de nuevo a la tienda, al entrar en aquella habitación donde, se cambiaba de ropa, vio en el suelo aquellos veinte €uros,  que ella dio por perdidos y, por los que sin pensarlo, a todos criticó y señaló como ladrones.
Por orgullo y soberbia, calló, no devolvió el dinero y, fue ella la que al final se convirtió en ladrona.
 Lo que no supo nunca es que, sus vecinos pensando que estaba pasando apuros económicos ideo la pérdida del dinero. Fingieron que cada uno lo había encontrado, de este modo pensaron, no se sentiría ofendida.
¿Cuál es la moraleja? Que nunca debemos señalar a nadie pues ya  lo dice un proverbio chino.
Cuando señalas con el dedo para condenar, tres dedos se quedan apuntando hacia ti.

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