Aunque en el calendario no esté en rojo, el día 29 de este mes celebramos los cristianos una fiesta muy importante. Es la fiesta de San Pedro y San Pablo. Estos hombres fueron y siguen siendo columnas principales de nuestra Iglesia. El primero por la elección que Jesús hace de él para que cuide de los hermanos. Y el segundo, Pablo, por ser el primer misionero de los gentiles y dejarnos un hermoso legado de reflexión en sus cartas.
Clemente de Roma en una Epístola que escribe a los Corintios, allá por los años 95-97, afirma la muerte de estos dos hermanos nuestros en la persecución de Nerón. Ambos sufrieron el martirio.
Han pasado los años y nosotros les seguimos recordando y venerando: San Pablo en la hermosa basílica que existe en Roma y que lleva su nombre: San Pablo Extramuros, por hallarse entonces a las afuera de la ciudad y donde se encuentran sus restos, y a San Pedro en el Vaticano bajo cuyas columnas de Bernini , que se encuentran en el altar mayor, está su tumba encabezando la lista de sus sucesores en el primado de la Iglesia.
Nos alegramos, pues, en esta fiesta y tratamos de tomar ejemplo de sus vidas y testimonio.
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