sábado, 5 de junio de 2010

COLABORACIONES

HISTORIAS SORPRENDENTES. Un fin de semana más quiero compartir con ustedes este ratito de entretenimiento. Espero que estos “chismes” y curiosidades, les ayuden a digerir los malos momentos que cada uno pueda estar pasando.
EL CORREO Y SUS DEMORAS. Desde tiempos remotos el correo jugó un papel importante en la vida de los hombres. Sin querer remontarme a la época de los romanos, que no está uno para viajes tan largos, podemos recordar algunos de  los métodos usados para que las cartas llegaran a sus destinatarios.
Antes de la llegada de cualquier medio de locomoción, la entrega de cualquier carta se llevaba  a cabo haciendo el recorrido a lomos de caballos. Para el descanso, avituallamiento, cambio de caballos,  recogida y entrega de cartas o paquetes se utilizaban las “casas de postas”. Fueron instituidas en 1518 por Doña Juana “la Loca” y su hijo Carlos I, en realidad, ya eran usadas en tiempos de los Reyes Católicos.
La distancia que existía  de una casa de postas a otra era de 3 a 5 leguas; se computaba por una hora de camino a paso de caballo.
Hoy  el caballo ha sido sustituido por cómodos coches, motos o el carrito, artilugio que se ha puesto de moda hace unos años.
Quiero con esta historia  rendir un homenaje a todos  los carteros, ellos han sido siempre los portadores de noticias, unas veces agradables y otras no tanto. Alegraban la vida a la novia cuando su amado se iba a cumplir con la patria; hoy, aquellas cartas tan románticas, son sustituidas por el móvil y el SMS. Y los novios ya no hacen el cuartel, ahora son soldados profesionales. La vida en este aspecto ha cambiado para bien en beneficio de todos.
No quiero pasar por alto un recuerdo entrañable para un cartero que hizo historia en la ciudad de Telde. Me refiero a, “Panchito el cartero”, como se le conocía cariñosamente. Son muchas las cosas que habría que destacar de este hombre. Entre ellas,  por lo entrañable y anecdótico, no  puedo olvidarme de  su silbo. Sólo con oírlo se llenaba de alegría la cara de todos aquellos que esperaban  carta. Yo, aunque “chiquitilla”, corría a su encuentro nada más entrar por mi calle esperando recoger carta de la familia que teníamos en la península.
Sin embargo, si por algo se recuerda a Panchito, es por la gran humanidad y honradez que lo caracterizaba. Según me han contado, “doy mi  palabrita del niño Jesús que yo no andaba por estos mundos de Dios” que en tiempos de la Guerra Española  este buen hombre no dudaba en comenzar su jornada de trabajo antes  de la hora acostumbrada, con el fin de llevar aquella carta, llegada del frente, a las madres que ansiosas esperaban noticias de sus hijos. Él las conocía a todas, sabía lo anhelosas que estaban y como deseaban recibir esas “tres letras” escritas por el hijo ausente.
Metiéndome en harina de otro costal lanzo una pregunta al aire ¿Por qué no se le hace un homenaje, del modo que sea oportuno, a hombres como este? Sin embargo se  pone una estatua a John Lennon y al Che Guevara. ¿Por qué motivo? Los mandamases sabrán las razones del por qué a estos personajes se les hace este reconocimiento olvidándose de los nuestros.   
Por mi parte sé que tengo que contarles “una historia sorprendente” Lean amigos lo que ocurrió  fuera de nuestros Lares.
Solemos protestar por el retraso con el que  nos llega una carta. Pero, seguro, seguro, que esto no lo haría uno de nuestros carteros.
Ocurrió en Gales, Inglaterra. Teniendo los ingleses esa fama de puntualidad que les define y caracteriza, resulta casi imposible creer lo ocurrido a una vecina de dicho lugar. La señora,  reprocha a los hijos de la Gran Bretaña, su lentitud en el correo. ¡Y con razón! Tanto que la señora recibió una carta ¡CON TREINTA AÑOS DE RETRASO!
Como para que se tratara de la notificación de una herencia.

Saludos de María Sánchez

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