jueves, 1 de abril de 2010

JUEVES SANTO

Iniciamos éste día el Triduo Pascual con la celebración de la Cena del Señor. Es el Jueves Santo, día en que, como todos sabemos, Jesús instituye la Eucaristía y el sacerdocio. Es el día del Amor Fraterno.
Hacer notar algo que todos sabemos, pero que quizá no hemos reflexionado lo suficiente: y es que estamos rememorando las últimas horas de su vida histórica entre nosotros. Es en este momento en el que Jesús realiza y nos deja el gran signo de su presencia permante entre nosotros y para nosotros, para que lo llevemos al mundo y para que celebrándolo, sirva de sostén a la vida, a toda vida.
La Eucaristía, esto que su Iglesia está permanentemente realizando, signo de unidad, nos debe llevar a eso, a la unidad y a la entrega. Nos deja este don -su presencia servidora- al final de sus días caracterizados, fundamentalmente, por el abajamiento total y la cercanía de su vivir al hombre, a todo hombre, con un mensaje muy concreto: sirvan a los demás. Él es el modelo a seguir.
Es por ahí, por lo del servicio, por donde creo que Jesús nos quiere implicados, comprometidos.
Ya se que ésto es muy fácil y hasta bonito decirlo. El problema viene a la hora de llevarlo a la práctica, de hacerlo vida, de testimoniarlo, porque como también sabemos, la Eucaristía ni empieza ni termina en las cuatro paredes de la iglesia, del edificio donde nos reunimos. Sabemos que empieza, se concreta y se hace vida allí donde hay un cristiano luchando por la vida, la justicia, la verdad, el compartir, el compromiso total con el mundo y todo lo que ello implica.
El listón está altísimo. Hemos de ser conscientes de ello. Pero no por eso hemos de desistir o desanimarnos. Lo importante es el testimonio cotidiano en el esfuerzo, en el trabajo, en la perseverancia en apostar por todo lo que sea la vida.
Nos reunimos los cristianos en la iglesia, haciendo Iglesia, para tomar fuerza y ánimo de mismo Señor. Para compartirle, haciéndole nuestro y nosotros de Él; para estrechar lazos de hermandad que luego han de desplegarse en la historia de cada día, tanto personal como social.
Creo que el Jueves Santo nos debe llevar mansamente a preguntarnos de dónde venimos , a dónde vamos y dónde estamos: donde hunde sus raíces nuestra identidad que nos permite llamarnos cristianos: seguidores de Cristo.
¡Feliz día Del Amor Fraterno!

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