sábado, 3 de abril de 2010

SÁBADO SANTO. DOMINGO DE PASCUA

Hoy, Sábado Santo, es el día de la espera, el día en que hay que tensar el arco de la esperanza para ver qué pasa, para ver si lo que dijo el Galileo se cumple o no.
Estamos en la encrucija de lo cierto e incierto; de si será verdad o no; de si su palabra, por fin, se cumple, (aquello que dijo de resucitar); o por el contrario, todas las espectativas se nos vienen por el suelo.
Es la situación que vivieron las mujeres y los de Emaús, y tantos otros que le oyeron hablar y creyeron en su palabra: unos tomarán el camino de vuelta; otras le buscarán porque no se resignan a la pérdida, a dar descrédito a lo que oyeron de su boca; otros, se refugiarán en el miedo esperando que pase la tormenta.
Hoy sabemos que la incertidumbre se ha disipado, pues Cristo ha Resucitado y este acontecimiento, que en la noche proclamará la Iglesia entera, se convierte en nueva incertidumbre: Cristo resucitado es hoy encrucijada en el camino para muchos que le admiran, que han oído hablar de El, que como hombre y líder le respetan, o para los que esperan de su poder taumatúrgico soluciones a problemas.
Cristo Resucitado es encrucijada en el camino para el hombre y el mundo de hoy, porque o se acepta su resurrección y se le sigue, o tomamos otra vía por no terminar de reconocer en el Resucitado a aquel que un día depertó interés, e inclusive llegó a entusiasmar.
Ahí está nuestra misión, como la de María, anunciar que vive. ¡Cristo Vive! ¡Le he visto y me ha dicho...!, decía. La toman por loca, por visionaria. Son cosas de mujeres.
Hoy la Iglesia igual: visionaria, loca, trasnochada, retrógrada, antiprogresista, cosa de mujeres y no sé cuánto más.
Y lo mismo que fué el Señor Jesús quien en aquel primer momento ratificó el testimonio de María con su presencia resucitada y liberadora, hoy también será el mismo Señor quien ratifique y dé veracidad a nuestro anuncio de su triunfo sobre la muerte: ¡¡¡CRISTO HA RESUCITADO!!!
Por tanto, no nos asute nada de lo que podamos oír, pues todo lo que oigamos o nos digan, ya lo han dicho o lo hemos oido. Y todo se ha quedado sin fundamento, porque EL RESUCITADO, CON SU SOLA PRESENCIA, ha disipado toda sombra de duda.
En la encrucijada tomamos el camino de seguirle. Otros se instalarán en la duda o la increencia, aún respetándole y admirándole. Es cuestión de libertad, de buscar o de dejarnos encontrar por Él.

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!

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