viernes, 2 de abril de 2010

VIERNES SANTO

Hoy somos invitados a mirar al que crucificaron. Diría más, a contemplar la Cruz y a adorarla. En ella está nuestra salvación. No en vano es la señal y signo que nos identifica como seguidores de Nuestro Señor Jesucristo.
Sabemos que ese mirar no debe quedar ahí porque la Cruz está también en la calle, en la vida de cada día, en nosotros, en todos aquellos que habitamos este mundo. Él nos lo dijo.
Quedaríamos como hipócritas si al desprender y, aún antes de ello, nuestros ojos de la cruz, no fuésemos capaces de buscar la Cruz del hombre de hoy.
Quedaríamos como farsantes si, llevando una cruz al cuello, en nuestro bolsillo o en la cartera, no somos capaces de tratar de ver las cruces de los otros y empeñarnos, no sé de qué forma y manera, en aliviarla.
Hoy es un día para reflexionar sobre nuestra autenticidad de cristianos, eso que nos debe marcar a lo largo de toda nuestra vida: SEGUIDORES DEL QUE CRUCIFICARON.
Se trata de aceptar la Cruz, la nuestra y la ajena, la del otro -y ese otro no es sólo Jesús-, sino toda persona que sufre.
Hoy es un día que debe ser siempre recordado y de forma especial, cuando hacemos la Cruz sobre nosotros mismos. Sabemos que el dolor es redentor. ¡Pues a dejarnos redimir y a anunciar la redención a toda criatura!, ésa, la que efectuó Cristo de una vez por todas con su entrega total y generosa, haciendo las paces entre Dios y el hombre y toda la creación.
¡Feliz, generosa y reflexiva jornada de Viernes Santo!

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