sábado, 24 de marzo de 2012

POR MARÍA SÁNCHEZ

¿POR QUÉ DECIMOS?
 LA LEY DEL EMBUDO.
Esta frase retrata perfectamente a las personas que padecen  una de las enfermedades que más ha proliferado desde que Dios creó el mundo. ¡El egoísmo!
Somos egoísta por naturaleza y, en ocasiones, actuamos sin ser del todo consientes de nuestros actos.
Sin pensarlo ponemos en práctica esta ley de, lo grande para mí lo chico para ti,  con más frecuencia de lo que debiéramos  sin medir el daño que causamos a la persona que hacemos victima de nuestro egoísmo.
Desde pequeños vamos haciendo de esta frase nuestra  máxima sobre todo cuando compartíamos con los amigos el bocadillo, el caramelo y hasta el chicle; aquel tan rosadito y grande, con el que hacíamos unos globos tan grandiosos, que al estallarse, nos cubría toda la cara.
Recuerdo mis años de colegiala cuando, a la hora de la merienda, llegaba el momento del (tú me das, yo te doy) todo lo medíamos para quedarnos con la parte más grande y ante la protesta de la amiga nos revolvíamos como panchonas diciendo - “mi niña para eso lo traje yo”.
Estos actos eran cosas de niños y como tal pueden tomarse. Desgraciadamente hoy esta ley continúa entre los adultos. Se lleva a cabo entre compañeros de trabajo, amigos o inclusive entre la familia.
 No falla nunca ver en el ámbito familiar, a la hora de leer el testamento que en su día dejo escrito ante  notario el familiar que hoy se ha ido para siempre, como el que menos se mojó a la hora de cuidar o estar al lado del finado, pretende llevarse la mayor parte, (la más ancha), mientras que con pretensiones de tirano  intenta dejar el despojo (lo estrecho) a la persona que cuidó y veló hasta el final de sus días al ser querido.
Pero, la palma en hacer honor a  esta frase se la llevan los empresarios; salvo honrosas excepciones, ya que no se puede meter a todos en el mismo saco.
Rara vez escucharemos decir al patrón, lo bien que va el negocio y el dinero que está entrando en la caja.
Sin embargo desde el primer momento que, según su criterio, el negocio no va todo lo boyante que él desea, llegará con el embudo en la mano y el trabajador tendrá que cargar con la parte más delgada, mientras que la ancha quedará de su lado.
Esto lo hemos visto desde hace muchos años. Ahora que pasamos por una crisis tan grande como la que nos está afectando, las cosas se han puesto aún peor si cabe.
Ahora mismo son las patronales las que tienen, por mandato legal, no sólo el embudo también tienen la sartén por el mango.
Son los empresarios los que mejor manejan el embudo, eso sí quedándose como no,  con la parte más ancha para sí.
Como todas, las frases que usamos con relativa frecuencia, tiene su origen y una razón de ser.
La que hoy nos ocupa se refiere a una ley hipotética en la cual todo es favorable para quien la dicta y desfavorable para quien la sufre. Obviamente el nombre se toma de la forma del embudo. A la hora de dictar sentencia  el legislador tomaba la forma más ancha y el sentenciado la estrecha.
La expresión suele completarse de este modo-“La ley del embudo, lo ancho para mí y lo estrecho para ti”

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