sábado, 5 de noviembre de 2011

LA CARA Y CRUZ EN LOS CRUCEROS DE PLACER


POR  MARÍA SÁNCHEZ

Se dice que el primer crucero de placer se llevo a cabo en 1900. El buque se llamaba Prinzessin Victoria Luise y, aunque anteriormente, en 1839, el gobierno británico dio licencias para hacer cruceros de placer en barcos de carga, fue en el Prinzessin donde dio comienzo la moda de pasar las vacaciones a bordo de un gran navío donde el lujo era su carta de presentación.
A mayor lujo mayor comodidad y mayor escaparate donde la gente adinerada podía hacer ostentación de sus riquezas. Los caballeros aprovechaban para hacer sus negocios, al mismo tiempo que coqueteaban con la esposa de su próximo socio empresarial.
Pero, las señoras no iban a la zaga, ellas se beneficiaban de estos viajes para lucir, como pavo en celo, sus mejores galas y sus valiosas joyas y, como no, coquetear a diestro y siniestro con todo el que se cruzara delante de sus ojos.
Las cenas de gala, seguidas de los bailes eran propicias para buscarle marido a la niña que, aunque en edad casadera, no había conocido galán que tan siquiera le dijera “negros tienes los ojos”
En 1986 el negocio bajo tanto que terminaron por desaparecer este tipo de vacaciones en alta mar. Con el paso de los años los cruceros han vuelto a ser lugar de preferencia para disfrutar de unas deliciosas vacaciones, en pareja o con la familia.
Pero, de aquellos viajes de súper lujo, se ha pasado a dar oportunidades para que las personas de clase media-alta puedan deleitarse con unas deliciosas “Vacaciones en el mar”.
La entrada de estos navíos en nuestros puertos, proliferan cada día más. No es raro ver atracados en aguas canarias a trasatlánticos tan grandes y lujosos como el Quenn Mary o el Quenn Elizabet.
Sin duda, la llegada de estas embarcaciones, han venido a traer un respiro a la maltrecha economía por la que estamos atravesando.
Los viajeros, en cada escala que efectúan estas moles mastodónticas, dejan su dinerillo en los comercios que se encuentran en los aledaños de los puertos. Tan buen resultado está dando que se estudia abrir esos negocios incluso los domingos si se coincide con la llegada de uno de estos grandes buques.
Sin embargo no todo es color de rosa en este mundo de lujo y esplendor. La cara amarga la pone las desapariciones de muchos de los pasajeros de estos barcos. Según Thomas Castro Viejo, desde el año1995 son 165 personas las que misteriosamente no han llegado a su lugar de destino.
El último caso lo protagonizó, sin quererlo, el británico Francis Hemsley de 89 años. Cuando los pasajeros del Balmoral llegaron al puerto Inglés con la ilusión y el cansancio del viaje realizado se llevaron la sorpresa de que no podían abandonar el buque hasta que la policía no concluyera sus investigaciones hasta dar con el paradero o la razón de la desaparición del mencionado Francis Hemsley.
Se ha conocido también la desaparición de Rebeca Corian una empleada del barco donde viajaba y trabajaba. Esta mujer terminó su jornada de trabajo y se despidió de sus compañeros. La vieron dirigirse hacia su camarote pero a la mañana siguiente ya no se encontraba en el buque. Su desaparición continúa siendo un misterio.
Otro caso extraño es el de la alemana Sabine L. de 62 años. Se produjo en el 2007 en un crucero que partió de las islas Canarias hasta Madeira. Viajaba con su esposo y llegada la hora de acostarse se retiraron juntos a su camarote. A la mañana siguiente su marido no la encontró a su lado y nunca más se supo de ella.
Después de las investigaciones llevadas a cabo, se ha llegado a la conclusión de que ninguna de estas personas tenía motivos para quitarse la vida o para que alguien las hiciera desaparecer.
Espero, estimado lector, que esta historia no le haga disuadir de ese viaje maravilloso que tiene pensado hacer. Piense que todos tenemos nuestro propio destino y éste no se copia del ajeno.

No hay comentarios: