
San Diego, junto con fray Juan, están íntimamente unidos a la devoción de la Virgen de la Peña, patrona de Fuerteventura, pues fue por esa época cuando dio comienzo tal devoción.
Tiene una parroquia dedicada a su nombre en Gran Tarajal y aunque muchos creen que es el copatrono de la isla no es así, pues el copatrono es San Buenaventura, otro de los hijos de San Francisco.
San Diego, como hemos dicho, muere en Alcalá de Henares (Madrid) en 1463 y fue canonizado por Sixto V en el año 1588.
Los artistas de la época, tanto de la literatura como de la escultura o pintura, se fijaron en este lego franciscano: Lope de Vega escribe una obra de teatro y un soneto dedicado al Santo; Mena, Zurbarán y otros lo representan iconográficamente. Se le suele presentar o bien abrazado a la Cruz de Cristo o con un delantal lleno de rosas haciendo alusión a uno de los milagros con que el Señor le favoreció cuando intentaba dar pan a los pobres a escondidas, pues se lo habían prohibido los frailes y éstos terminan por descubrirle. Pero... siempre hay un pero..., el Señor le ayudó.
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