
Me satisface pensar que Benedicto XVI está al tanto de lo que pasa en la Iglesia en España pues a lo largo de los dos día que ha estado entre nosotros ha ido desgranando, poco a poco, algunos de los temas que a el le preocupan con respecto a nuestra iglesia y que ha querido compartir con nosotros. En las homilías, en las reflexiones, en los comentarios ha ido dejando caer, con serenidad, pero al mismo tiempo con mucha claridad, sus reflexiones. No faltarán voces que digan que debió de hablar de esto o aquello, lo importante es que no ha callado y ha tocado temas que están en el candelero no solo para nosotros, sino para toda Europa. Ha hablado de la defensa de la vida, de la familia y el matrimonio, del laicismo agresivo que impera entre nosotros, del hombre como santuario de Dios, de la necesidad de que en Europa se plantee seriamente el tema de Dios del que se quiere olvidar. También nos ha mostrado su afecto diciendo: " He deseado abrazar a todos los españoles.",
Unos hablarán de fracaso, otros, no. Unos dirán esto o aquello, a veces a favor,otras en contra. La predicación del Evangelio siempre se ha movido entre luces y sombras en todos los sentidos. Lo cierto es que ha venido y ha hablado. Ahora nos toca a nosotros la segunda parte de esta visita: reflexión-oración de lo que se nos ha dicho y seguir haciendo el camino en esperanza y confianza. El señor nos ha dado su palabra por medio de su siervo.
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