Algo de esto es lo que está pasando con la visita de Benedicto XVI a nuestro país los días seis y siete de este mes, pues observo que hay mucha gente interesada en enturbiar el agua de forma que no se entienda nada, que todo sea una confusión y que, en definitiva, la visita no sea fructífera. Se oyen voces por aquí y por allá, reivindicando, negando, y hasta casi insultando, en loas de la democracia y la libertad.

Pero el Papa vendrá y la realidad de su presencia se impondrá junto con el motivo profundo de su visita y ellos seguirán rabiando, porque no terminan de entender o no quieren entender, vaya usted a saber. De siempre la predicación del Evangelio ha estado envuelta en escándalo e ideas que nada tienen que ver con ello, pero no por eso vamos a dejar de hacerlo. Lo mismo le pasó a Jesús, a Pablo y a tantos otros; que nos pase a nosotros no nos debe asustar ni arredarnos, antes bien, con la ayuda del Señor, seguir haciendo el camino pues sabemos que Él está con nosotros y quiere estar con los otros también, aunque ellos no quieran.
¡Bienvenido a casa, Benedicto XVI !
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