sábado, 13 de marzo de 2010

IV DOMINGO DE CUARESMA

Abrimos la cuarta puerta en el Tiempo de Cuaresma y esta semana, nunca mejor dicho, nos invita a brir las puertas, no sólo las de la casa, no, sino también las de nuestro corazon: amistad, sinceridad, arrepentimiento y tantas otras cuestiones que tienen que ver con la vida de cada día.
Me centro hoy en el Evangelio, en donde Jesús nos habla con una parábola: "El hijo pródigo". Corremos el peligro de quedarnos con la parábola en sí mirando la bondad del padre, las travesuras de hijo pequeño y la obstinación del mayor que exige derechos que no son suyos.
Yo creo que si nos preguntaramos porque Jesús cuenta esta parábola y a quien la cuenta, quizá la entendieramos mejor. Escribas y fariseos escandalizados porque se sienta a la mesa con pecadores y publicanos, porque éstos vienen a escucharle. Conclusión no puede venir de Dios éste que se reúne con pecadores sin ningún escrúpulo, transgrede la Ley, pensaban, y Jesús sabiéndolo les propone la parábola para que entiendan el porque de su actuar. No dice nada nuevo, pues eso ya lo decían los profetas y lo pedían con insistencia: la conversión, tanto de unos como de otros.
Es uno de los grandes signos que Jesús manifiesta para dar a entender que el Reino de Dios ha llegado: reunirse con pecadores, hablar con ellos y, sobre todo, sentarse a la mesa y eso es lo que escandaliza y lo que hará que busquen su desaparición, como hicieron con los profetas. Pero
Él no va a dejar de hacerlo, porque es que "PARA ESO HE VENIDO".
Bueno, se trata de que nosotros aprendamos la lección, pues habiendo sido dicho en aquel tiempo llega a nuestro hoy.
Nos queda mucho por andar.
¡Feliz Domingo!

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