sábado, 27 de febrero de 2010

II Domingo de Cuaresma

De zambullo entramos en la segunda semana de Cuaresma. Y es que el tiempo pasa que es un gusto. Hoy acompañamos a Santiago, a Pedro y a Juan que, con Jesús están en el monte Tabor. Jesús sabía también que el tiempo volaba, que se acercaba la hora y que había que ponerse en marcha. Y eso es lo que le dice a Pedro y a los otros que, embobilinados con lo que se les ha permitido comtemplar, no quieren irse.
Hay que seguir la ruta, llegar a Jerusalén que es donde todo lo que acaban de contemplar encontrará cumplimiento. Allí se va a cumplir toda la Ley y los Profetas. Allí el que es la Ley rematará su obra de justicia (amor) realizando Nueva Alianza (los profetas) con la entrega total y generosa. Allí es donde gritará al Padre que la obra está concluida y la pondrá en sus manos (el grito de los profetas y del afligido que no tenía protector). Allí será escuchado y se realizará la salvacion por la Nueva Alianza sellada con su sangre vertida en la Cruz.
Ahora nos toca a nosotros hacer nuestro camino, por supuesto que Él va también, pero nos toca, nos toca a nosotros caminar hacia Jerusalén, hacia la Nueva, eso es hacia la Nueva Jerusalen (nueva humanidad, hombre nuevo, nueva esperanza, nueva alianza sellada por la sangre de Cristo, amasada con nuestra vida y con todos aquellos con quienes nos rozamos en el día a día).
La ley nueva: explicitada en las bienventuranzas. Los nuevos profetas: la alianza que es eucaristía y que debemos concretar en el mundo de hoy, con el hombre de hoy, en la vida de hoy.
¡Camina , pueblo de Dios!
¡Feliz Día del Señor!

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