PONER EN CLARO ALGUNAS CUESTIONES
Llegamos al cuarto domingo de cuaresma y nos encontramos a Jesús conversando con Nicodemo en aquella noche que que este hombre fue a visitarle porque necesitaba poner en claro algunas cuestiones que se habían despertado en su corazón después de oír hablar al Maestro.
Jesús lo recibe con agrado pero no por ello deja de invitarle a empezar de nuevo, a cambiar de vida. No era Nicodemo cualquier persona, era alguien que pertenecía al grupo de los que en medio del pueblo eran considerados y respetados. Jesús con cariño le habla de vida nueva, de empezar, de dejarse llevar por el Espíritu. Nicodemo, como todos sabemos, al principio, se resiste, pero Jesús insiste.
Lo que leemos en esta semana es el final de esa conversación en donde Jesús habla de la misión del Hijo del Hombre, del amor de Dios, de vida nueva, de dejar la oscuridad y empezar a vivir a la luz, de, en una palabra, no ocultarse y dar la cara.
El proceso en la fe de Nicodemos va a ser un camino desde las sombras a la luz, al medio día. Aparecerá de nuevo en la madrugada del viernes en que se decide la muerte de Jesús, saliendo en su defensa y luego, cuando el Maestro es bajado de la Cruz.
En todo el texto hay dos frases que para mi son el nudo gordiano de la cuestión y son: " ...Dios no mandó a su hijo al mundo para condenar al mundo... ", una , y la otra: " el que cree en él no será condenado ".
Reflexionando y pensando se me ocurre que muchas veces nosotros hoy carecemos de sensibilidad para acoger a los que se acercan a nosotros, de valentía para invitarles a cambiar, ocultando el mensaje y la misión del Mesías. Condenamos con mucha facilidad y la fe la vivimos o la planteamos desde un voluntarismo en donde no hay lugar para la gracia y la fuerza del Espíritu.
A nivel personal y eclesial, tenemos aún mucho camino que andar en lo que a este tema se refiere: andamos en las sombras como Nicodemo y necesitamos dejarnos enseñar por el Maestro. Necesitamos hacer ese camino nuevo ayudados por su palabra, hacia la luz, siendo testigos de la obra del Padre en el mundo y en nosotros.
Apostar decididamente por Jesús cuando enseña y cuando es crucificado. No podemos ocultar eso que el Señor ha hecho con nosotros. Hemos de aunar esfuerzos para ser valientes testimoniandole ante los que no le aceptan. Se hace necesario aceptarle, también en su cruz y, a la vista de todos, bajarle de ella posibilitando su Resurrección en cada corazón. Colaborar para que la obra del Padre hoy también sea cumplida en el corazón de este mundo que, repito, no somos quien para condenarlo.
Feliz día del Señor.
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