Con la entrada de Jesús en Jerusalén abrimos este domingo la Semana Santa en donde conmemoramos su entrega desde la humildad y la fortaleza de saberse en manos del Padre.

El segundo texto es un himno que nos regala Pablo en la carta a los de Filipos, el himno del abajamiento de Jesús al máximo, para que el hombre ya no tenga excusa para encontrar y poder reconocer el amor de Dios en su vida. El Padre le termina encumbrando, pero antes el Hijo pasa por el abajamiento y el no alardear de su condición.: " Actuando como un hombre cualquiera, se rebajo hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz", nos dice.
Y el evangelio, como todos sabemos, es la Pasión desde el relato que nos da el Evangelista San Marcos.
Como podemos ver son tres textos que nos invitan a fijarnos en la persona de Jesús, en su fidelidad, en su disponibilidad, en su llevar a cabo la obra que el Padre le ha encomendado.
El Domingo de Ramos es una jornada, creo yo, para reflexionar desde donde estamos siguiendo al Maestro los que nos llamamos seguidores suyos, cual es nuestra aclamación, si en verdad le reconocemos como el enviado o si por el contrario nos pasa como le sucedió a la gente de Jerusalén que cuando Jesús llega montando un borriquillo, signo inequívoco de humildad y de su ser aquel de quien hablaban los profeta como el descendiente de David que trae la salvación, nos preguntamos extrañados, porque no sabemos lo que está sucediendo, para terminar no reconcociendole y acusarle de alborotador.
Quiero destacar desde los textos de este domingo tres cosas: 1.- Escucha de la Palabra. 2.-Confianza total y absoluta en el Padre. 3.- Humildad y cercanía sinceras.
¿ No creen ustedes que a todos nos viene de perlas reflexionar sobre ello?
Feliz Domingo de Ramos.