
Con mucho cariño y esperanza la invocamos como Madre de Dios y le pedimos: "ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte", porque andamos necesitados de esperanza, de ilusión, de ganas de trabajar, de luz que nos ilumine, de palabra que nos aliente, de calor de hogar, de solidaridad, de amistad de la buena.
Ya sé que esto puede sonar a escapada hacia adelante, a reflexión piadosa. ¿Creemos o no creemos? Si creemos vamos a invocarla, a pedirle, como Madre nuestra que también es, en este primer día del año; que nos ayude, que nos refuerce en la esperanza. Vamos a pedirle que nos dé ánimos para trabajar y paciencia para soportar las adversidades que nos puedan llegar, que llegarán; que nos dé ojos nuevos para mirar el mundo, que no miremos para otro lado ante los problemas, que sepamos tender la mano cuando alguien lo necesite, que nos proteja y nos sostenga en la fe y sobre todo, que no nos falte el amor porque si el amor nos falta, la palabra y los gestos quedan huecos y perdemos la mirada:
¡SANTA MARÍA, MADRE DIOS, RUEGA POR NOSOTROS!
De todo corazón: ¡FELIZ AÑO NUEVO!
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