Oímos con frecuencia hablar a los trabajadores sociales de familias desestructuradas; ante se decía, cuando una familia no funcionaba, que estaba rota, pero bueno, viene a decir lo mismo. Lo cierto es que los tiempos han cambiado y que las familias ya no se conciben como la concebíamos hace unos años; y ciertamente, hay cosas buenas en las familias actuales, pero también hay cosas que no lo son tanto.
Por otra parte una sociedad consumista y egoísta como la que nos hemos construido no ayuda en nada a la hora de defender esta institución tan básica en la sociedad, pues termina por hacer de los individuos unos como... ¿pequeños monstruos?, que sólo piensan en ellos mismos. Y esos somos nosotros.
Lo mismo que consumimos y consumimos cosas, muchas de ellas vanas y fútiles, también consumimos familia, pues no es raro encontrarse con personas que piensan que la familia es sólo para cuando se está en un apuro y no debe ser así, debe haber algo más.

La Iglesia, dándose cuenta de cómo la institución familiar está siendo cada vez más devaluada, apuesta por ella y si es cristiana mejor, pero podemos dejarlo en lo de familia, pues lo importante es salvar el núcleo "familia", que luego lo de la fe y otras opciones vendrán en su momento.
Si la familia es atacada se ataca al individuo; si la familia no se valora, no se valora al individuo; si la familia no se apoya, no se apoya a la persona; si la familia se rompe, también algo se rompe en la vida de los que la componen; si la familia se rompe, también la sociedad anda rota y cojitranca. Por tanto, apostamos por la familia que es apostar por el individuo y la sociedad; apostamos por la familia cristiana y qué mejor modelo que la familia del Establo de Belén. El domingo siguiente a la Navidad, la Iglesia celebra el día de la familia.
¡Feliz familia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario