
Pero hay uno, el que versa sobre la fe, que han de contestar lo que le escuchan.
Orar con fe, fe en la oración.
Me doy cuenta que al final de su reflexión, cuando Jesús resuelve el dilema, habla de la justicia de Dios. Es un elemento nuevo que da mucho de sí porque ¿cómo hemos de entender eso de la justicia del Padre desde la oración confiada? ¿Hay algo más en esta parábola que se nos escapa?
Mirando la Persona y la vida de Jesús vislumbro que lo que hay por su parte es un abandono total en las manos del Padre. Creo que es por ahí por donde va el tema; pues eso es lo que Él hacía: oraba, se fiaba del Padre desde la confianza total, todo lo que sobrevenía en su vida. Ni nada ni nadie le apartaban de Él, antes bien, le unía más.
La oración alimenta la fe y la fe se fortalece con la oración. Sólo desde ahí podremos sentirnos seguros porque nuestra vida, cada vez más, se irá apoyando en la confianza que el mismo Dios inspira y que lleva al abandono total en sus manos, pase lo que pase y aunque los signos sean de derrota en nuestro caminar. No se trata de orar con fe para ir quitando obstáculos, no, sino de orar con fe para superarlos en la certeza de que el Padre nos dará lo necesario en cada momento para hacer lo que sabemos y debemos hacer. Y siempre desde la confianza íntima de que no nos abandonará. ¿Será ésta la fe por la que Jesús pregunta al final del texto?
¡Feliz Domingo!
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