
Hoy oímos a muchos teólogos decir que no están de acuerdo con la jerarquía, con la forma de actuar o de decir las cosas desde la Iglesia; que no están de acuerdo con los obispos o con el Papa y no tienen reparo en airear y criticar haciendo más daño que bien; teólogos que quieren otra Iglesia porque la actual les resulta incomoda, trasnochada, machista, impositiva, y se enfrentan a los obispos; grupos de cristianos que escriben cartas a los pastores exigiéndoles una forma determinada de hacer y si no lo hacen son malos pastores; sacerdotes que quieren ir por libre, sin acatar ninguna autoridad...

Si somos capaces de sentirnos hermanos de todos, como él siempre buscó; si estamos dispuestos oír las palabras de Jesús y ponernos manos a la obra, como él anhelaba; si fuera así -y ¡ojala lo sea!- iríamos cerrando grietas en la Iglesia sin necesidad de romper ni escandalizar desde dentro que es lo mas doloroso.
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