¿DESDE CUÁNDO USAMOS?
LAS SORTIJAS. Por María Sánchez.
Durante
muchos años teníamos asumido que sólo las mujeres eran las que podemos
lucir; sortijas, pendientes, pulseras o cualquier otro complemento con
los que nos ayudamos cuando queremos sentirnos más guapas y, en
ocasiones, quitarnos unos añitos.
Hoy, vemos cada vez con más frecuencia, como los varones jóvenes y no tan jóvenes hacen acopio de estos ornamentos para adornar su cuerpo.
No dudan en perforarse sus
orejas para lucir bonitos y llamativos pendientes, colocarse una
pulsera o colgante sin por ello dejar de ser todo lo “machito” que pueda
ser aquel que va con la cara lavada y repeinado con la gomina que
sustituyó al fijador, "Patrico" del que hasta ahora guardo su olor, porque
me trae el recuerdo de mi padre.

A los
hombres les gusta adornarse; sentirse más guapos, llamativos y, sobre
todo gustarse a sí mismo sin por ello dejar de ser hombre. Sabe bien que
a la mujer de hoy lo de “el hombre y el oso cuanto más feo más hermoso”
le parece un refrán que ya ha pasado a la historia.
En mi ya
lejana juventud, estaba mal visto que un caballero vistiera una camisa
de otro color que no fuera el blanco impoluto, señal ésta de que además
de ser todo un “macho” las mujeres de su casa eran tan limpias como los
chorros del oro.
Como
único adorno llevaban la alianza, si eran casados, y la cadena con la
cruz que le había regalado la que, ahora era su mujer, cuando fueron
novios.

Cuando de hablar del pasado se trata mi mente vuela y sin querer, o quizás queriendo, me
traslado con el pensamiento a los años de mi juventud, que no siempre
fueron malos. Espero sepan perdonar mi momento de añoranza y sea para
ustedes de tan buenos recuerdos como para la que escribe.
Volviendo al tema que escogí esta semana les contaré desde cuándo y porqué se usan las sortijas.
En la
antigüedad se usaba como señal de honor; los esclavos la llevaban de
hierro, los que habían conseguido la libertad la usaban de plata, para las familias de alto abolengo se reservaban las de oro.
Se les
atribuían poderes mágicos, algo común en aquella época, no en vano el
término sortija nos llega de la voz latina “suerte”. Ya en la edad media
los Venecianos y Florentinos implantaron la moda de engarzarle brillantes, convirtiéndolas en las joyas que hoy conocemos.
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