
Empieza el texto hablándonos de la decisión de Jesús de ir a Jerusalén. Dice concretamente: "Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén ". Es decir, que hubo de pensárselo y ver los pros y los contras que esto traía consigo. Se para, piensa y decide.
Esto que se nos dice es lo que da la pauta a todo el texto que sigue, porque luego se habla del seguimiento. Y hay uno que quiere, por lo visto, tomarse el seguimiento como un medio de vida y Jesús le advierte: no tendrás casa, ni bienes, ni nada.
Otro es invitado por Jesús, pero parece ser que la muerte le impide encontrarse con la Vida. Y el tercero hace promesa de seguirle, pero la familia aparece como obstáculo que le impide ir más allá: "déjame primero", le dice.
No se ha percatado ninguno de ellos que primero es el reino de Dios.
Y volvemos al principio del texto en donde hemos visto que Jesús toma la decisión de ir a Jerusalén porque es allí donde ha de dar el testimonio definitivo con su vida entera. No es una decisión cualquiera y esto también vale para nosotros. Seguir a Jesús no puede ser una decisión que no se piensa, no es algo que no implique y que no tenga sus exigencia. No podemos intentar seguir a Jesús como un medio de vida o dejarlo en un "pero" o "veremos" en la demora, porque los problemas o nuestros deseos se interpongan, que no son malos, pero que entran en competencia con la urgencia que el seguimiento de Jesús y el Reino de Dios llevan consigo.
¡Feliz Domingo!
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