DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Fuego en el corazón y en las manos de la Iglesia.
El texto del Evangelio nos retrotrae al anochecer del primer día de la semana, el día del Señor, es decir, el día de la Resurrección de Jesús. En la noche, en la oscuridad, se hace la luz, luz nueva que enciende corazones, renueva esperanzas, arroja miedos por la ventana, abre puertas y el amor de Dios y su perdón son anunciados, todo por la acción y la fuerza del Espíritu Santo.
Comienza el tiempo de la Iglesia, nuestro tiempo, porque este pentecostés del dos mil once, es nuestro pentecostés, por eso abramos el corazón, dejemos que la palabra de Jesús llegue mansamente a nuestras vidas, asumamos la tarea que se nos encomienda, oremos y demos gracias al Padre por tanto amor derramado generosamente y marchemos por los caminos y vericuetos de la vida anunciando, pregonando, que Jesús es el Señor,haciendo el bien, limpiando los rostros de odios y desamor, de desesperanzas y miedos.
Es nuestro Pentecostés, que no solo es para nosotros, sino para el mundo de hoy, para nuestro tiempo y nosotros, que inmensa alegría y responsabilidad, testigos y anunciadores de este inmenso acontecer de Dios en la historia aunque muchos no quieran verlo o reconocerlo, pero por eso no deja está ahí y no debe dejar de ser anunciado y eso, eso nos toca a nosotros.
Feliz día de Pentecostés.
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