
Pienso, con respecto a este tema, que hay dos cosas que no podemos perder de vista, la primera: orar al Padre, por supuesto, y rogarle que envíe vocaciones, es lo que haremos el domingo en nuestra Iglesia Catedral acompañando a nuestro obispo a las trece horas, que no solo debe ser un día, sino todos los días. La segunda: nos corresponde a nosotros a los que estamos en ello, hacerla creíble, si, hacerla creíble con nuestra vida y nuestra forma de comportarnos, de llevarla a cabo, con nuestro testimonio de vida creyente. Desde la sencillez y la humildad, decir y anunciar que es un don, una gracia del Señor, que se nos ha dado y que estamos pidiendo para nuestra Iglesia.
Oramos porque andamos en la certeza de que El escucha nuestra oración. Así que hemos de prepararnos para testimoniar con mas evidencia si cabe y para acoger a los hermanos que el Señor nos envíe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario