FADIOUTH - la isla de las conchas -
A ver como les cuento lo que he sentido porque han sido tantas cosas y en tan poco tiempo que ahora mismo se me agolpan, pero intentaré ponerlas en orden. De entrada, el color. Si, el color: las ropas, las flores, la ornamentación de la iglesia, luego la gente: negros muy guapos de rostros serenos y muy bellos, tanto ellas como ellos, con unos ojos que hablan, que lo dicen todo, emocionados y participando en la celebración con respeto y gozo.
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Iglesia de San Francisco Javier en Faiouth |
La homilía del obispo, sencilla y cercana. La asistencia de los sacerdote, religiosos y seminaristas y las autoridades pero sobre todo, la gente sencilla que participaba, rezaba y no se perdía nada de lo que ocurría en el altar. No quiero olvidar la imagen de San Francisco Javier que presidia en el altar, adornada con ropa nativa, una forma de decirle: eres de los nuestros, aunque tu piel sea blanca y la nuestra negra.
Decir también que entre todos los rostros reconocí dos: Pierre el esposo de Marian allí estaba, me alegró mucho verle y el otro rostro, el sugerente rostro de la Iglesia negra de la isla, hermanos y hermanas que viven y comparten una misma fe, un mismo bautismo, un mismo Señor.
Concluyo dando las gracias al Señor porque la fe no es patrimonio de Europa ni de nadie, sino de todos los pueblos o personas que aceptan a Jesús y en esta isla del Atlántico, que pertenece a Senegal, El también esta presente. Que hermoso, que gratificante, que bello.
Desde aquí quiero expresarle mi felicitación y animarles y darles las gracias por la sencillez y la frescura de la fe que viven y celebran.
Gracias
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