UN SONETO QUE NOS HAGA PENSAR
Hoy quiero compartir con ustedes, estimados lectores, un soneto que no hace muchos días llegó a mis manos.
El leerlo me hizo reflexionar y pensé ¿Qué gran lección encierra? Vi en él la actitud que, unas veces por trabajo y las más por dejadez, va haciendo que poco a poco, nos alejemos de la familia, amigos, vecinos o conocidos.
Con cuánta frecuencia dejamos de visitar a un pariente, o amigo, con el que nos une una amistad de muchos años pero al que no visitamos con la frecuencia que debiéramos.

Sin embargo que paradójico resulta que, el día en el que nos llega la noticia de su fallecimiento, se acortan las distancias, disponemos de tiempo y si fuera necesario pedimos permiso en el trabajo para acudir al duelo y posterior entierro del primo que murió.
Espero que el leer este soneto les haga pensar y, sobre todo, visitar a ese familiar o amigo ahora que está vivo.
AHORA QUE ESTOY VIVO
Prefiero que compartas conmigo unos pocos minutos ahora que estoy vivo y no una noche entera cuando yo muera.
Prefiero que estreches suavemente mi mano ahora que estoy vivo y no apoyes tu cuerpo sobre mí cuando yo muera.
Prefiero que hagas una sola llamada ahora que estoy vivo y no emprendas un inesperado viaje cuando yo muera.
Prefiero que me regales una sola flor ahora que estoy vivo y no me envíes un hermoso ramo cuando yo muera.
Prefiero que elevemos al cielo una oración ahora que estoy vivo y no una misa cantada cuando yo muera.
Prefiero que me digas una palabra de aliento ahora que estoy vivo y no un desgarrador poema cuando yo muera.
Prefiero escuchar un solo acorde de guitarra ahora que estoy vivo y no una conmovedora serenata cuando yo muera.
Prefiero que me dediques una leve plegaria ahora que estoy vivo y no un político epitafio cuando yo muera.
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